De qué modo el hecho de comprender cómo funcionamos nos permitirá ser más felices y relacionarnos mejor con los demás? Porque si las mujeres suelen creer que ellos no las escuchan; los hombres piensan que no hay quien las entienda a ellas. ¿Tienen razón ambos? La distancia justa entre el afecto y la necesidad de pertenencia y el respeto a uno mismo es la clave que nos permitirá establecer límites claros que dinamiten la incertidumbre y, con ella, todo el sufrimiento que suele acarrear. Para ser felices, para estar bien con nosotros mismos, no se trata tanto de buscar el camino bueno o acertado como de hacer bueno el camino elegido. Esa es la paradoja que Peral nos revela.