Un fantasma recorre Europa: la disrupción. Nuestro mundo se ha vuelto inseguro. Lo notamos en todos los terrenos. No sólo en la economía, donde empresas emergentes innovadoras ponen en tela de juicio los modelos de negocio tradicionales y con ellos la existencia de compañías establecidas. También asistimos a cambios profundos en el ámbito social, cambios capaces de desbancar nuestro conocimiento empírico habitual. Estamos asistiendo a la transición de un mundo viejo a otro nuevo. La cosa va mucho más allá de la mera digitalización de las distintas esferas de la vida, pues afecta a los propios fundamentos de nuestra vida económica y social.