El plástico es un símbolo de nuestra civilización. Es moldeable, ligero, elástico, barato, y tiene propiedades que lo hacen muy útil como aislante térmico y eléctrico; además, su aplicación en el ámbito sanitario ha salvado un número inconmensurable de vidas. No obstante, su uso indiscriminado ha generado un impacto en la naturaleza que solo ahora comenzamos a atisbar. Actualmente, toneladas de plástico —desde piezas milimétricas a otras de decenas de metros— se distribuyen a lo largo y ancho del mundo. El mar, los ríos y lagos, la tierra que pisamos, el subsuelo… el plástico parece llegar a cada rincón del planeta, dañando a multitud de especies, y en cierto modo a nosotros mismos. ¿Hasta dónde llega su alcance según la ciencia? ¿Podemos hacer algo para revertir este problema?