El otro día fui al museo con Emilio, mi amigo elefante. ¡Tendrías que ver la cara del guardia! El ceño fruncido, las fosas nasales dilatadas... No debía estar nada contento. ¡Pero nada NADA! Después pasó una cosa increíble, algo extraordinario... Pero no te voy a decir más. Mejor lee mi historia.