El señor y la señora Drácula viven en una casa lóbrega y siniestra, con cocodrilos en el jardín y fantasmas recorriendo los pasillos. Su vida no podía ser más feliz… O eso creían, porque acaban de recibir una noticia estupenda, ¡van a ser papás! Sin embargo, muy pronto descubrirán que el pequeño Drácula no es como ellos esperaban que fuese. No les da mordisquitos y se pasa el día sonriendo; en lugar de vestir de negro, prefiere los colores brillantes y la ropa con purpurina…