Como dijo Keats, no es posible dejar de conmoverse ante la vasta cultura de la tierra griega, de sus inigualables obras, de todo ese legado que sigue conformando el imaginario occidental de nuestra sociedad en pleno siglo XXI. Tras una etapa opaca sin apenas datos históricos fiables, Atenas comenzó a configurar su poder entre los siglos IX y VIII a. C., en (y desde) el Ática, oponiéndose a Esparta, Tebas y Quíos, con quienes competía por controlar el destino de la Hélade. Para comprender el alcance de este formidable éxito, grandes expertos nos explican la evolución de su sistema de gobierno inicial, una monarquía que evolucionó hacia un régimen aristocrático, y su primer paso hacia una sociedad más igualitaria: el código legal escrito de Dracón, en 621 a. C. Esta primera legislación, accesible para la mayoría de la población de Atenas, que ya sabía leer y escribir, establece para nosotros y la democracia que transitamos, sin duda alguna, todo un referente: la palabra hizo la ley y así surgió el embrión del Estado de derecho desde un primitivo Estado legal.