Tras una inesperada tragedia, Natalie Harper hereda una librería con mucho encanto, y muchos problemas económicos, en San Francisco. También se convierte en la cuidadora de su abuelo Andrew, que creció en el histórico edificio de Perdita Street donde se ubica la librería. Su abuelo ha empezado a sufrir pérdidas de memoria y Natalie planea cerrar la librería y vender el edificio para pagar sus cuidados. Solo hay un problema: su abuelo es el dueño y se niega a vender.