El "amor triste" y trágico surge cuando pensamos que el amor es sinónimo de felicidad, y esta sinónimo de bienestar inmediato. El amor que defiende Jenkins va mucho más allá, porque rompe el tablero de juego tradicional y establece otras coordenadas. Contra la visión romántica, Jenkins propone un amor "eudaimónico" o de los "buenos espíritus". Es decir, que no debemos buscar nuestra media naranja en algún lugar del mundo, sino generar relaciones que nos hagan mejores; rodearnos, en suma, de buenos espíritus que contribuyan al florecimiento personal y al desarrollo de nuestras capacidades.