Por su parte, el pensamiento comunista también había evolucionado. Gramsci, Lukacs o la Escuela de Frankfurt establecieron las bases de lo que se ha terminado denominando «batalla cultural», y el viejo marxismo da paso al neomarxismo, que deja de considerar al obrero como sujeto revolucionario y centra su atención en las minorías, víctimas de cualquier opresión histórica o social, aplicando en la práctica las directrices de Laclau y Derrida, de forma que los socialdemócratas no pierdan autoridad en el mapa social.